El azar - hace ya poco más de 6 años- hizo que se conocieran un belga y una peruana.
En aquella época yo trabajaba como catedrática en una universidad de mi ciudad, la idea del matrimonio para mi era más lejana que la posibilidad de subirme a un cohete de la NASA, así que los días pasaban tranquilos y sin mayor preocupación.
Mi vida era mía, después de pasar un año arrastrando la cobija por un sujeto que me quería a su manera -manera que sólo le convenía a él- había decidido dedicarme a mi, había entrado en una etapa egocéntrica y narcisista, durante la cual, la mitad del tiempo lo dedicaba a mi trabajo y el resto al deporte, a mis hobbies, a mi apariencia física y a los amigos...
Él por el contrario, trabajaba como informático en un banco, bailaba salsa, viajaba mucho, y venía de firmar su divorcio, su ex-esposa y su pequeña hija no hacía mucho que habían dejado la casa en que vivían. Fue un matrimonio cortísimo, pero una convivencia larga bajo el mismo techo aunque cada quien hacía su vida.
Nos encontramos él en su mundo y yo en el mío, primero las voces, luego las caras, finalmente los besos. Nos dejamos, nos volvimos a encontrar, nos volvimos a dejar y reencontrar y finalmente de tanto coincidir... terminé mudándome a este lado del charco.
Los dos somos expatriados, vivimos en un país neutral, ni el suyo, ni el mío... la diferencia es que para yo visitar a los míos tengo que cruzar el gran charco...
En casa, desde hace 17 meses tenemos una alegría constante, Gabriel, nuestro primer hijo. Este pequeño de enormes ojos azules y mirada pícara que hace que cualquier preocupación, tristeza o mal momento pase a segundo plano. Pero Gabriel no estará solo por mucho tiempo, no, no, no; en camino viene su hermanit@, la cigüeña llegara a finales de Noviembre..
Esos somos nosotros a grandes rasgos.
Mientras escribía, recordaba un poco el "soundtrack" de nuestros primeros encuentros y no puedo evitar sentir cierta emoción al recordar la canción "Coincidir" de Fernando Delgadillo... me gusta la letra, porque siento que es verdad, es un milagro coincidir...
En aquella época yo trabajaba como catedrática en una universidad de mi ciudad, la idea del matrimonio para mi era más lejana que la posibilidad de subirme a un cohete de la NASA, así que los días pasaban tranquilos y sin mayor preocupación.
Mi vida era mía, después de pasar un año arrastrando la cobija por un sujeto que me quería a su manera -manera que sólo le convenía a él- había decidido dedicarme a mi, había entrado en una etapa egocéntrica y narcisista, durante la cual, la mitad del tiempo lo dedicaba a mi trabajo y el resto al deporte, a mis hobbies, a mi apariencia física y a los amigos...
Él por el contrario, trabajaba como informático en un banco, bailaba salsa, viajaba mucho, y venía de firmar su divorcio, su ex-esposa y su pequeña hija no hacía mucho que habían dejado la casa en que vivían. Fue un matrimonio cortísimo, pero una convivencia larga bajo el mismo techo aunque cada quien hacía su vida.
Nos encontramos él en su mundo y yo en el mío, primero las voces, luego las caras, finalmente los besos. Nos dejamos, nos volvimos a encontrar, nos volvimos a dejar y reencontrar y finalmente de tanto coincidir... terminé mudándome a este lado del charco.
Los dos somos expatriados, vivimos en un país neutral, ni el suyo, ni el mío... la diferencia es que para yo visitar a los míos tengo que cruzar el gran charco...
En casa, desde hace 17 meses tenemos una alegría constante, Gabriel, nuestro primer hijo. Este pequeño de enormes ojos azules y mirada pícara que hace que cualquier preocupación, tristeza o mal momento pase a segundo plano. Pero Gabriel no estará solo por mucho tiempo, no, no, no; en camino viene su hermanit@, la cigüeña llegara a finales de Noviembre..
Esos somos nosotros a grandes rasgos.
Mientras escribía, recordaba un poco el "soundtrack" de nuestros primeros encuentros y no puedo evitar sentir cierta emoción al recordar la canción "Coincidir" de Fernando Delgadillo... me gusta la letra, porque siento que es verdad, es un milagro coincidir...
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